Poema 1
Entonces
aparece un árbol
es siempre el mismo.
Tiene una corteza rugosa,
llena de lágrimas endurecidas.
Huelo la tierra
que cae de los pliegues.
Oigo el bullir de la sangre verde,
los sonidos diminutos
que hacen los insectos.
Larvas que mastican hojas,
crisálidas rompiendo el capullo
semitransparente.
Abajo nuestro están las raíces
las siento moverse
bajo mis pies
y por un momento
me voy con ellas.
Lejos de saber si lo imagino
o me voy lejos
de la intemperie hostil
de las apariencias que rigen lo vivo
de la forma rígida de lo manifiesto.
Puedo poner mis emociones en blanco
y sentir la libertad de sus brazos
que todo lo cubren
porque mi árbol bajo la tierra
alcanza distancias absolutas.
Puedo desplegarme en un millón
de tubérculos,
de pelos absorbentes.
Puedo ser la parte principal
o la secundaria.
Sin que eso signifique nada.
Puedo quedarme ahí,
haciendo movimientos
invisibles al ojo humano.
Medusa verde
que expande desde abajo,
mucho más abajo
que el tronco,
su interior iridiscente
su coordinación con la música
con el latido.
Con todo aquello
que está a punto de ser
pero existe ya
en alguna parte
o en esa parte
que es todas las partes.